Sábado 6 de Junio 2020

Lisette Pons · Photography
5 min readJun 6, 2020

--

Ya hace tres meses y medio que estamos aquí, con un salto a Mallorca de dos semanas a finales de Febrero principios de Marzo.

Echaremos de menos este lugar cuando nos vayamos. Todo es verde, mejor dicho, de muchos verdes y los troncos de los diferentes árboles, más oscuros, algunos centenarios, otros más jóvenes.

Vamos cortando la hierba de toda la zona del Camp, creando un espacio amplio, despejado y con mucha visibilidad. Pasear libremente por esta bellísima extensión te da una sensación de grandeza y de Paz.

La hierba, las plantas, todo aquí crece a un ritmo poderoso.

Ya hemos pasado la temporada de las lluvias aunque todavía llueve alguna tarde. Las diferentes luces cambian los tonos de todo lo que vemos, cambiando el paisaje, suavizando o aumentando los contrastes.

Acabo de pedirle a Steve que me haga un florero con un tronco que me gusta mucho. Bueno no, hace cuatro días que se lo pido pero el trabajo aquí se amontona. Me imagino su cabeza y lo absurdo que debe resultar para él mi petición: un florero. El encuentro entre culturas tan distantes siempre me cuestiona y me hace pensar lo que puede suponer nacer en uno u otro lugar. ¿Podía justificarle por qué yo quería un florero? Entendí su sorpresa, pero yo quería mi florero. Esa iba a ser una reflexión posterior. Yo necesitaba coger cuatro flores silvestres y ponerlas sobre una mesa. Me iban a hacer una compañía especial, muy distinta a la de toda esta inmensidad de naturaleza que me rodea.

Me interesa y necesito saber por qué hago las cosas. El absurdo o el capricho tienen que estar muy justificados. Escribo junto a esas cuatro ramitas con flores que consiguen que me sienta mucho más cerca de todos vosotros.

El otro día una amiga me escribía e insistía en saber exactamente dónde estábamos. Le envié nuestras coordenadas…”¡Estáis a seis mil kilómetros!”. “No es tanto” le contesté.

La “Inteligencia” ha conseguido que en menos de un día de viaje, o algo más según los vuelos, podamos regresar de nuevo a casa. Echamos de menos a los nuestros y somos muy conscientes de que este virus nos ha obligado a todos, de una u otra forma, a reflexionar.

Recuerdo la frase de otro “sabio amigo” que falleció hace ya algunos años y al que estando aquí he recordado en varias ocasiones. Decía, “Lisette, lo más importante de la vida es compartir lo que ves, lo que vives”. Fue una de esas personas que en la Vida consiguió ser un poco sabio. No creo que nunca se llegue a ser sabio del todo. Vivió la gran experiencia de tocar dos extremos interesantes, ser millonario y ser tan pobre que por no pedir pasó tres días sin comer. Tenía la genialidad de relativizarlo todo y su mayor tesoro fue un humor brillante que nunca olvidaba.

Hace unos días estuvimos probando a un “Chef” que nos hizo desayunos, comidas y cenas durante algo más de tres días.

Hablando con él le pregunté si vivía muy lejos de aquí, y me comentó que venía de la parte de Loita, donde la tribu Maasai guarda todavía las profundas raíces de su cultura. Me explicó que si yo quería saber si alguien era Maasai, que me fijase en sus dientes. “A un Maasai, cuando es niño, se le arrancan los dos dientes centrales de la mandibula inferior”. Me quedé un poco atónita y pensé cuál iba a ser la explicación. “Los Maasais no vamos al hospital, y cuando alguien está muy enfermo y tiene mucho dolor, cierra muy fuerte los dientes y no se los puedes abrir. Entonces le vas dando agua por el agujero que tiene en el lugar de esos dos dientes”.

Tuve que pensar rápidamente para imaginarme la situación y constatar de nuevo cuán lejos estamos (No hablo de kilómetros ahora). También me dijo que ese rasgo les servía para identificarse cuando luchaban. “Enseñas los dientes para que el otro sepa que eres de la misma tribu y así ve que eres uno de los suyos y no pelea contra ti”. Tuve que esforzarme de nuevo para visualizar esa imagen que me acababa de explicar. Supongo que vio mi cara pensativa sin apenas expresión y me preguntó en seguida: “¿Vosotros en vuestro país no lucháis con vuestros vecinos? “¿No hay guerras?”. Me costó reaccionar. “Ah, sí”, le contesté. Pensaba en cuál sería nuestra “traducción” de sus dientes.

He seguido profundizando. Imposible no hacerlo aquí, tan lejos de todo lo que nos es habitual.

No se nace sabio. La sabiduría es como una cima muy alta. Hay que estar dispuesto a coger un bastón, y en la profundidad del propio silencio, caminar… caminar. Preguntarse muchas cosas, procurar resolverlas y tener una gran necesidad de Paz.

Ya está lista la valla que otro grupo de “mamas” ha construido para delimitar la zona del huerto cerca de la cocina.

Procuramos repartir algunos trabajos entre distintas familias para que todas puedan beneficiarse. Esto ha supuesto extendernos en explicaciones, esforzarnos para evitar enfados y lograr entendimiento.

Tendremos verduras frescas todo el año, un lujo que resulta siempre muy agradable para la cocina. Ahora habrá que cavar y empezar a plantar.

Fotografía química. Negativo B/N
Haluro de plata sobre papel de algodón hecho a mano (libre de ácidos) 50 x 16 cm

“Nunca acabamos de saber porqué un tema nos atrae especialmente: Los viajes a la sabana africana han resultado ser para mi un motivo profundo de observación, de reflexión y de análisis sobre vida y evolución”.

Pág.34 del libro -El Elefante Africano-Lisette Pons

--

--

Lisette Pons · Photography

FREELANCE PHOTOGRAPHER WITH 45 YEARS EXPERIENCE. Artist. Barcelona, 1955. Travelling, exploring and writting. Lives and works in Mallorca. www.lisettepons.com